Programa de atención a Comunidades

1.      Programa de Trueque de alimento por trabajo comunitario

No existe un reporte exacto de los miles de toneladas que este programa ha distribuido durante 40 años; pero desde hace 10 años se ha repartido un promedio anual de 180 toneladas de víveres a comunidades indígenas muy aisladas y necesitadas. Si calculamos que se distribuyeron entre unas 2800 familias en promedio, significan unos 65 kilos de alimento por familia al año.

En este año -2016, repartimos 100 toneladas de maíz y 20 de frijol.

Esto, aunque no resuelve el problema de alimentación de los Rarámuri, sí constituye un apoyo importante, sobre todo porque se hace en los meses de mayor carestía y para las comunidades con menos recursos y posibilidades. Podemos decir que tiene una real incidencia en paliar la desnutrición porque se dan casos de comunidades en que, durante ese tiempo, no hay más para comer que hierbas y, si se dieron, duraznos, o manzanas verdes.

Como contraparte las comunidades han construido trincheras para retener la tierra fértil, arreglado caminos, y la comunidad de Rikinápuchi está construyendo un pequeño presón.

El programa funciona con el mismo personal de la oficina central y del equipo de pozos/taller.

2.      Programa de mantenimiento pozos manuales y sistemas de recolección de agua potable

Aunque desde 1992 se perforaron pozos, sólo a partir del año 2000 se consolida plenamente este programa que ha dotado de agua limpia a más de 5,000 personas de 850 familias ubicadas en 70 rancherías, mediante 56 pozos (de una profundidad promedio de 55 mts. y provistos de bombas manuales), 71 sistemas de recolección de agua de lluvia (40 de ellos se instalaron en este año) y 14 sistemas de recolección de agua de manantial (de hasta 8 kilómetros). Varios de estos sistemas también sirven a las pequeñas escuelas locales.

El consumir agua potable disminuye radicalmente las infecciones, por lo que incide directa e importantísimamente en la salud de las familias y comunidades; reduce los costos humanos y económicos causados por las enfermedades y el gasto social en medicina.

Para comprender el impacto de estos trabajos y la relación costo beneficio, podemos calcular que si un pozo tiene un costo promedio de 55,000 pesos y puede dar agua para entre 10 y 15 familias con 6 miembros cada una, con 56 pozos en funciones más de 4,000 personas tendrán agua potable los próximos 10 o 15 años, a un costo de 60 pesos por persona al año. Igualmente, por los 16,000 pesos del costo de un sistema de agua, unas diez personas tendrán agua potable y cercana al menos la mitad de los meses del año y durante 15 o 20 años; esto arroja un costo de unos 90 pesos por persona por año.

CACSTAC cuenta, para este proyecto, con una perforadora, una camioneta pick-up especialmente adaptada para estos trabajos, un remolque y una bodega.

El programa está llevado por 4 personas que, además, se encargan del taller; tres de ellos son Rarámuri.

En el año 2012 este proyecto fue necesario suspenderlo por otras urgencias y falta de financiamiento.  Hemos comenzado por revisar todos y cada uno de los pozos.  Actualmente realizamos un inventario de ellos y su estado.  Hemos comenzado a reparar aquellos pozos que lo requieren.

 

Impacto indirecto

Se ha ido creando una mayor conciencia y aprecio de la importancia de beber agua limpia para la salud.

Acercar a las comunidades el agua que se consume cotidianamente resulta en una notable disminución de la carga de trabajo especialmente para las mujeres y los niños; pues no es raro que el acarreo de 40 o 50 litros les lleve más de una hora de camino, además del esfuerzo físico que implica.

Los sistemas de recopilación de agua potable han traído como beneficio adyacente que 75 familias cuenten con un nuevo techo de lámina que les puede durar hasta 25 años; con lo que, de paso, se ha evitado la tala de muchos pinos.